Me deje contagiar

Por: Luna Alfón, Directora del Colegio

 

 

Si hay una emoción que me gustaría poder meter en un frasco (o en una bola como en la película Inside- out) y conservarla es la que sentí el otro día en el acto organizado por la Fundación Créate en Expokids.

 

Nuestro colegio acudió con un proyecto excepcional, “Eye call”, desarrollado por un grupo de alumnos de 6º de primaria que durante todo el curso escolar estuvo trabajando en la idea, el desarrollo de la aplicación y en la presentación del mismo. 

 

El viernes pasado acudimos a Expokids. Nuestros alumnos, muy profesionales, acudieron con todos sus materiales, dedicaron todo el día a explicar (en español e inglés) a los visitantes su propuesta: la app, la central telefónica, el mapa de los voluntarios. ¡No quedo un detalle fuera!

 

Y llegó el momento en que nos trasladaron al teatro de la Fundación Giner de los Ríos donde estábamos convocados con los demás colegios y el jurado… A pesar de todo el día de trabajo y que en realidad nadie está pendiente de este momento…. empezamos a ponernos nerviosos y a pensar que podíamos ser premiados… Los chicos lo tenían clarísimo… “sí, sí… ¡vamos a ganar!”.

 

Uno, como adulto, también se ilusiona…, pero por otro lado nos preocupaba que si no eran elegidos por el jurado se quedarán decepcionados. Intente mantenerme menos convencida de que nos iban a premiar… nombraron el tercer y el segundo premio…. y … de repente nombraron el primer premio: ¡¡¡¡Eye call!!!!…tardamos unos segundos en reaccionar, uno de los chicos gritó y todos saltamos con ellos. Ver sus caras de alegría y de emoción… como diría el anuncio “no tiene precio”. Saltaron de sus sillas y corrieron al escenario como si desde el principio hubieran sabido que esto iba a ocurrir así… ¡Qué felicidad!

 

Evidentemente nadie desarrolla un proyecto (de emprendimiento) para que le premien, porque efectivamente el aprendizaje está en el camino… pero verles en ese instante de felicidad es único.  Una emoción tan espontánea, tan autentica que merece la pena que cada año lo intentemos.

 

Ojalá pudiéramos envasar, guardar para rememorar en otros momentos, estos sentimientos. Pero no es posible. Sin embargo, es posible alegrarnos por haber tenido esta fantástica experiencia que no olvidaremos.